¿Adiós, tratado?

¿Adiós, tratado?

Si tuviera que apostar, apostaría a que al final, Estados Unidos optará por mantener vivo el Tratado de Libre Comercio. Esta es una opinión basada en un criterio racional. A los tres países del TLC les conviene seguir adelante, pero como está manejando las cosas el gobierno de nuestro vecino del norte no me queda claro que el racional sea el criterio rector de la decisión. Hay muchos elementos políticos en juego.

La cuarta ronda de negociaciones finalizó recientemente sin alcanzar un acuerdo. Los tres países decidieron extender las pláticas hasta el próximo año, lo que podría interpretarse como una señal de que ven posibilidades de llegar a un arreglo. A mí no me queda claro.

Una posible razón del gobierno de EU para patear el bote es que prefiere enfocar toda su atención a sacar la reforma fiscal que recién presentó y no se quiere distraer con las negociaciones del TLC. Este escenario no implica necesariamente que quiera buscar un acuerdo en el futuro. Una lectura pesimista sería que prefiere no matar el tratado antes de la reforma fiscal por miedo a perder el apoyo de grupos empresariales que podrían molestarse con esta medida. Mejor tenerlos de su lado para la reforma y después de pasarla darle el golpe de gracia al TLC.

Aun cuando este no sea el caso, el peligro de retrasar las negociaciones es que caerán de lleno en un año electoral. En EU se llevarán a cabo elecciones legislativas en 2018; en nuestro país legislativas y presidenciales. Será mucho más difícil mantener la cabeza fría bajo estas circunstancias.

Hay quienes consideran que el fin del TLC no sería tan malo para nuestro país, ya que las tarifas que regirían el comercio entre México y EU en su ausencia serían las de la Organización Mundial de Comercio. Dichas tarifas no son mucho más altas que las que marca el tratado.

Aquí tengo dos objeciones. La primera es que cualquier costo adicional en el intercambio de bienes y servicios entre EU y México, por más pequeño que sea, podría tener un enorme impacto en nuestra economía. Esto se debe a que más de 50 por ciento de nuestro PIB depende del comercio con nuestro vecino del norte.

La segunda es que tarifas bajas no es el único beneficio del TLC. De hecho, podría no ser el más importante. Con el tratado se impuso un esquema de resolución de conflictos muy sólido, el cual ha generado una enorme certidumbre a la inversión extranjera. En la OMC también existen estos esquemas, pero son mucho más débiles. Depender de ellos podría ahuyentar a inversionistas.

La realidad es que la muerte del TLC es factible y representaría un durísimo golpe para México.

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juliose28@hotmail.com

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