¿Es el futuro de la humanidad? Comida impresa en 3D, harina de insectos y hamburguesas de arvejas
Un recorrido por las tecnologías que se están usando el mundo para la elaboración de variantes alimenticias nutritivas que permiten ampliar la producción a gran escala minimizando el daño ambiental
Se estima que para 2050 habrá 9.100 millones de habitantes. Y para alimentar a esta población ya hace unos diez años se anticipaba que había que incrementar la producción de alimentos en un 70%, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés).
En este contexto, la innovación resulta clave para encontrar otras variantes, maximizar el rendimiento de los productos ya existentes y reinventar posibles aplicaciones para ingredientes que, hasta ahora, no se vinculaban con el mundo alimenticio.
La tecnología: extracción de proteínas e impresión 3 D
En cuanto a la tecnología detrás de estos nuevos alimentos destaca que el primer paso es la obtención que requiere aislar la proteína presente en los granos o legumbres. Una vez hecha esto hay que extraer o separar la proteína y el tercer paso consiste en darle forma, es la estructuración de proteínas. Para este último paso, en algunos países se hace uso de la impresión 3D.
De hecho hace poco fue noticia que investigadores de la Universidad de Huelva y la empresa alemana Fresenius Kabi Deutschland desarrollaron un dispositivo que imprime alimentos en 3D para pacientes con disfagia, es decir dificultad para tragar, una afección que suele ocurrir a personas con diferentes tipos de parálisis.
Por medio de un dispositivo de mezclado que es controlado por un programa informático, la impresora puede diseñar comida con diferentes texturas y en estado semisólido que se adapte a las necesidades nutricionales y gustos de la persona.
Por su parte, la empresa Novameat, con sede en Barcelona, mostró recientemente en el Congreso Mundial de Móviles el uso de impresión 3D para fabricar bifes basados en plantas. Una iniciativa que espera lanzar al mercado el año próximo.
El objetivo es recrear las fibras musculares de la carne de origen animal, pero con ingredientes 100% vegetales, con el objetivo de generar variedad y para reducir el impacto ambiental.
También se destaca el caso de Impossible Foods, una empresa estadounidense fundada en 2011 que desarrolla sustitutos de origen vegetal para productos cárnicos. El objetivo es ofrecer una alternativa, que tenga nutrientes y un sabor muy similar al producto original. De hecho sus hamburguesas se han vuelto famosas en el último tiempo y se comercializan en diferentes espacios del país.
Alimentos a base de insectos
La empresa argentina Grillos Capos, está utilizando el grillo americano (Gryllus assimilis) para la producción de algunos alimentos, aunque, según aclaran, en principio, todos los ortópteros (grillos, langostas y saltamontes, cerca de 19 mil especies) son comestibles. Los insectos se destacan por proporcionar una gran cantidad de aminoácidos y ofrecer un rico contenido proteico.
“En otros países abundan productos tales como snacks, barritas proteicas para deportistas, pastas o repostería a base de harina de grillo. También se está produciendo harina de insectos en general”, explica Daniel Caporaletti, biólogo y director de Grillos Capos, en diálogo con Infobae.
En cuanto a los beneficios que ofrece este tipo de alimentos, explica: “La utilización de cultivos de insectos permitiría transformar toneladas de materia orgánica en proteína consumible. Los ortópteros tienen entre 50 a 60% de proteína en su peso seco. De esta manera se obtiene alimento que puede ser canalizado tanto al consumo humano como animal, según las necesidades, capacidades y sustratos disponibles en cada provincia o productor”.
También subraya el valor ecológico de esta alternativa: “Los ortópteros tienen un mínimo consumo de agua, nula emisión de GEI-gases de efecto invernadero- (en comparación se calcula que el 30% de la emisión mundial de metano se debe a la ganadería tradicional) y sus excretas secas y deshidratadas son usualmente utilizadas directamente como abono o incluso producción de biocombustibles”.
Y aclara: “Esto no es una nueva industria que pretenda reemplazar a otra, mucho menos una que tiene que ver con nuestra identidad nacional. Es más bien un nuevo ingrediente en la mesa argentina”.
Análogos cárnicos a partir de legumbres
El uso de tecnologías para aislar proteínas vegetales así como para desarrollar ingredientes que puedan utilizarse para la producción de análogos cárnicos, lácteos, panificados y aderezos abrió un nuevo panorama de opciones en la industria alimenticia.
Tomorrow Foods, cuyas instalaciones están ubicadas en el Parque Industrial de José León Suárez, “busca innovar en materia de ingredientes y desarrollar sistemas proteicos vegetales cuyo proceso productivo sea más responsable y amigables con el medio ambiente”, asegura Guillermo Lentini, cofundador y director de Investigación y Desarrollo de la compañía.
La empresa comercializa análogos cárnicos en forma de Premix, que son polvos completos a los cuales simplemente se les añade agua y se los mezcla para luego darle forma de albóndiga o hamburguesa, por ejemplo. El próximo plan es lanzar al mercado análogos de lácteos y aderezos.
Hongos para generar proteínas sustentables
Kernel es otra compañía local que está abocada a investigar formas de generar proteínas sustentables y de calidad. La empresa utiliza inteligencia artificial, visión por computadora y otras técnicas para adaptar la biomasa que produce a fin de satisfacer las diferentes necesidades de productores de alimentos.
Desde hace unos años viene trabajando en un hongo, Kernel Mycofood, cuya cepa se llama Fusarium venenatum, y tiene una gran cantidad de propiedades: alto porcentaje de fibras y bajo nivel de grasas saturadas y lípidos.
Además, el hongo genera menor impacto ambiental que la carne, tiene menos requerimiento de espacio, produce menos dióxido de carbono y utiliza 20 veces menos agua que la elaboración de proteína animal.
Al hacer un recorrido por estos casos, queda claro que ya se están produciendo los llamados “alimentos del futuro”. El foco está puesto en obtener variantes que ofrecen un buen perfil nutricional, menor impacto ambiental, y la posibilidad de generar variantes menos costosas y a gran escala para responder a las necesidades nutricionales de la población. ¿Se seguirá avanzando en esta línea? Todo parece indicar que sí.
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