Método Miyawaki para impulsar la biodiversidad en las ciudades
Pequeños bosques urbanos
Una forma de adaptación climática a pequeña escala que permite a las comunidades locales transformar las zonas industriales urbanas abandonadas en pequeños bosques urbanos, una especie de bosques de bolsillo que mejoran la biodiversidad y combaten el cambio climático.
Son proyectos de regeneración de zonas urbanas que convierten, por ejemplo, antiguas vías férreas en atractivos parques públicos y centros de ocio, ofreciendo espacios públicos proyectados para combatir el cambio climático y mejorar la biodiversidad.
Se basan en el método Miyawaki. Se refieren a una técnica de reforestación urbana utilizada para reintroducir la biodiversidad nativa al reproducir la dinámica natural de un bosque, incluyendo un alto grado de competencia y diversidad de especies. El resultado es un bosque nativo que crece rápidamente –hasta ocho metros en tres años– y que, una vez realizado el trabajo de plantar, no requieren mucho mantenimiento.
El mantenimiento de estos pequeños bosques urbanos, que solo es necesario dos veces al año durante los dos primeros años, se hace para controlar las especies invasoras que podrían ralentizar el crecimiento de los árboles. En el tercer año, son completamente autónomos, y no necesitan riego ni poda. Eso sí, hay que tener en cuenta que no se pueden instalar estos bosques en todas partes, porque existen algunas limitaciones.
En las ciudades, el enfoque del bosque urbano de bolsillo se puede aplicar en un espacio tan pequeño como de 15 metros cuadrados. Ya se han plantado más de 1.000 bosques de este tipo en ciudades de Japón, Malasia y otros países de Europa.
¿Qué es el método Miyawaki?
El método de reforestación urbana Miyawaki lleva el nombre de su fundador, Akira Miyawaki, investigador de ecología de la vegetación, profesor emérito de la Universidad de Yokohama y director del Centro Japonés de Estudios Internacionales en Ecología. Desarrolló esa técnica en la década de 1970, un trabajo que le valió el Premio Planeta Azul 2006, equivalente al Premio Nobel de Ecología. Posteriormente, el método fue perfeccionado por Shubhendu, un ingeniero en producción industrial, quien conoció a Miyawaki mientras trabajaba en la Toyota.
El método Miyawaki se apoya en el principio de vegetación natural potencial. Según ese principio, cualquier terreno que sea fértil y donde no haya ninguna intervención humana desarrollaría un frondoso y sostenible bosque en un máximo de 1.000 años. Si en este mismo terreno existe la intervención humana, el tiempo de desarrollo del bosque se acortaría a 100 años. Sin embargo, con el método Miyawaki, el tiempo de creación del bosque se reduce a 10 años.
Este resultado se consigue plantando árboles jóvenes muy juntos, tres por metro cuadrado, utilizando especies autóctonas adaptadas a las condiciones locales. Se planta una amplia variedad de especies –lo ideal son 30 o más– para recrear las capas de un bosque natural y luego se dejan crecer con una mínima intervención.
El método requiere:
- Semillas nativas o recolectadas localmente para germinar en un vivero.
- Preparación del suelo si se degrada con 3 o 4 kg por metro cuadrado de materia orgánica o mantillo para proteger como lo haría con humus natural.
- Plantación inusualmente densa de plantas de dos años con sistema de raíces maduras, con la densidad destinada a estimular la competencia entre especies.
- Plantación distribuida de forma aleatoria, no en hileras ni escalonada.
¿Cómo funciona el Método Miyawaki?
La densidad con la que son plantadas las especies provoca una gran competencia entre ellas. En solo 8 meses no permiten que la luz llegue al suelo. Esto protege la humedad y el humus producido por las hojas que caen al suelo. Debido a esta competencia se acelera el crecimiento. El resultado obtenido se traduce en bosques que favorecen la biodiversidad local, crecen más rápido y absorben más CO2 que los bosques de una sola especie.
Los científicos dicen que estos ecosistemas son clave para alcanzar los objetivos climáticos y están diseñados para regenerar la tierra en mucho menos tiempo que los más de 70 años que necesita un bosque para recuperarse por sí solo. No obstante, muchos expertos sugieren que deben tomarse con cautela lo principios en los que se basa este método, argumentando que no se trata necesariamente de utilizar el método Miyawaki tal cual, sino de adaptarlo a las condiciones locales, teniendo también en cuenta el cambio climático en la elección de especies. Sugieren, por ejemplo, que las especies autóctonas de árboles que no toleran bien la sequía se sustituyan por otros que necesitan menos agua.
La plantación de bosques urbanos en miniatura no es la única solución para combatir la isla de calor urbano y sus efectos, eso está claro, pero lo cierto es que todo suma y si lo que sumamos es efectivo el resultado siempre será relevante.
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