Las autoridades de Estados Unidos presentaron este jueves los ocho prototipos del muro que el presidente Donald Trump quiere construir en la frontera con México.
Instalados al este del cruce fronterizo de Otay Mesa en San Diego, California, la mayoría de modelos están compuestos por bloques de hormigón y acero, y miden algo más de nueve metros de altura.
Según las pautas de licitación, los muros -que le costaron al gobierno entre US$400.000 y US$500.000 cada uno- deben evitar poder ser trepados y ser resistentes a golpes de herramientas como mazos o sopletes.
Cada prototipo será sometido a una serie de pruebas durante las próximas semanas para evaluar su resistencia antes de decidir sobre su construcción final entre los dos países.
La frontera que separa México y Estados Unidos se extiende por más de 3.000 kilómetros, si bien hay áreas en las que ya existen muros o vallas.
“Garantizar la seguridad” de Estados Unidos
El evento en el que las autoridades fronterizas presentaron oficialmente los ocho prototipos estaba destinado a escenificar que los controvertidos planes de construcción del muro siguen adelante con firmeza.
Sin embargo, persisten las dudas sobre su financiamiento, que debe ser aprobado por el Congreso. Los prototipos fueron construidos con US$20 millones de fondos federales, pero Trump ya le pidió US$1.500 millones para iniciar la construcción del muro definitivo.
Ronald Vitiello, representante de la Agencia de Aduanas y Protección de la Frontera (CBP, por sus siglas en inglés), recalcó que el objetivo del futuro muro es garantizar la seguridad de los ciudadanos estadounidenses.
Sobre este tema, Mario Villarreal, jefe de división de la Patrulla Fronteriza, le dijo a la BBC que el muro será sólo una parte de todo un sistema de seguridad.
“Una cosa que resultó de lo más llamativo fue que no hubiera manifestantes ni ningún acto de protesta en los alrededores”, dijo desde el lugar Beatriz Díez, corresponsal de BBC Mundo.
“Tristeza y coraje” desde el otro lado
Donde sí hay un malestar general es del otro lado de la frontera, en Tijuana.
“El paisaje desde el lado mexicano es desolador”, contó Díez.
Juana Rodríguez, una mujer de 48 años que desde su vivienda puede ver la parte superior de los prototipos, le dijo a BBC Mundo que mirar esta construcción le produce “tristeza y coraje”.
“No entiendo cómo se puede malgastar así el dinero, con tanta pobreza y necesidad como hay en el mundo”, opinó.
El desperdicio de dinero es una de las críticas constantes que se oyen en Tijuana.
Para José Ávila, la idea del muro es “un ejemplo del racismo de las políticas de Donald Trump”.
“No todos somos delincuentes, no todos los mexicanos somos malos. Además, quien quiera cruzar la frontera lo hará por muchos muros que pongan”, añadió.
De todas formas, el proceso que queda por delante para construir el muro es largo.
Y los habitantes de Tijuana dicen que, aunque le prestarán atención, seguirán adelante con su día a día.
Por www.bbc.com