En México, desde las universidades, se da un desarrollo académico y científico en todos los órdenes y disciplinas, se han “auto-exportado” muchos mexicanos que han salido del país y han sobresalido por sus ideas e inventos y que han revolucionado al mundo, ahí tenemos una sola mención de los miles de casos, como el de Tomas Alva Edison nacido en Sombrerete, Zacatecas.
No es mi pretensión, mucho menos en este pequeño espacio, dar cátedra de historia de los sobresalientes mexicanos, que nos han enorgullecido en el exterior, pero sí asentar que las universidades como la UNISON o la UNAM, por mencionar dos, en dos extremos geográficos del país, y otros centros de investigación científica y tecnológica, pero con iguales pretensiones, potencian, impulsan y motivan a personas para servir al país primeramente.
Mi intención es dejar claro que en esta sociedad muchos, las mayorías, están en esta búsqueda individual y colectiva del desarrollo y de la contribución para ser un mejor país, a diferencia de unos pocos, una minoría del menos de uno por ciento, la clase política, que no está en esa sintonía y son los que han contribuido a que este país tenga una mala imagen, como los galardones de altos niveles de corrupción e impunidad, que nos decepcionan y desmotivan en todo.
Ejemplos de las decepciones de los legislativos son muchos, y creo que nadie se salva, pues el no apoyar las grandes demandas ciudadanas de trascendencia ya están sumados ahí, pues desde su posición gastan dineros públicos para buscar peldaños futuros, desde pasear imagen en camiones de publicidad, hasta conseguir dinero para obras con previa colección con los beneficiarios de las mismas o el seguir pidiendo dinero para la próxima, con el compromiso de “te pagaré” con contratos, casi igual o igual, cuando se pide compañero: “Para financiar el movimiento”.
Este país necesita, lo sabemos, un cambio profundo, pero con personas diferentes que den certidumbre, que estén realmente involucrados y comprometidos con las causas verdaderamente ciudadanas, que al menos un poco, hayan sentido satisfacción por el haber dado y yo me pregunto, ¿Por qué esa gula desmedida de obtener ese poder no para ayudar, más bien para acrecentar fortuna? ¿Pensarán que permanecerán toda la vida?
Como medio, El Constructor, no puede y no debe sustraerse de escribir la percepción de sentimientos y aspiraciones reales de sus lectores y en su estricta línea editorial está provocar reacciones para que sin temor se sumen y que esta sociedad algún día sea mejor.
En nuestras páginas, con toda libertad de movilidad como el viento, están notas de realizaciones y de articulistas que en sintonía a lo expresado, son contributivas, positivas, de interés para lectores de todo ámbito productivo y social.
Escribir lo bueno, combatiendo lo malo es nuestro deber.
ERASMO FIERRO PALAFOX
Presidente -Editor