Paul Romer (izquierda) y William Nordhaus, Nobel de Ecnomía del 2018.
En esta ocasión se decidió otorgar este reconocimiento a los economistas William D. Nordhaus y Paul M. Romer.
“La mejor tirada de los dados es tirar los dados lejos”.
Proverbio inglés
Como cada año, este lunes se llevó a cabo el anuncio de los acreedores al premio Nobel de Economía 2018. En esta ocasión se decidió otorgar este reconocimiento a los economistas William D. Nordhaus y Paul M. Romer, por sus contribuciones, en el primer caso, al integrar el cambio climático a los análisis económicos de largo plazo y, en el segundo, por incluir las innovaciones tecnológicas en el análisis macroeconómico de largo plazo.
Ambas áreas de estudio pudieran resultar lejanas para la vida diaria de la mayoría de las personas, pero en realidad arrojan luz sobre temas que tienen impacto cotidiano sobre la vida de las personas, las sociedades y, más importante, el futuro de la humanidad.
En el caso de William D. Nordhaus, una forma de aproximarse a sus contribuciones es a través del libro de divulgación que publicó en el 2013 titulado El casino del clima. Riesgo, incertidumbre y economía para un mundo que se calienta.
El mensaje central del libro, construido a partir de una impresionante compilación científica de datos duros y objetivos, es que existe un proceso acelerado de cambio climático responsabilidad de la actividad humana, fundamentalmente a partir de la utilización de combustibles fósiles, y que las implicaciones de este calentamiento representan una amenaza significativa para la sociedad y el mundo en el futuro cercano.
También señala que la dinámica del cambio climático genera efectos de aceleración que, una vez disparados y sobrepasados, provocan condiciones que refuerzan y hacen prácticamente irreversible esas tendencias, lo que obliga a la toma de decisiones a nivel mundial urgentes inmediatas.
Plantea que la única solución concreta para este problema es la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero, lo cual necesariamente pasa por cambiar las prácticas de negocio y de consumo de billones de personas y las políticas públicas específicas de los gobiernos.
La vinculación de estos temas con la teoría económica se da también a partir de la propuesta de que la única manera de enfrentar este reto es la utilización de mecanismos de mercado y creando penalizaciones económicas por la emisión de carbono.
El libro señala que hoy se plantean tres vertientes posibles para enfrentar el cambio climático. La primera, aprender a vivir con un mundo con mayores temperaturas, en vez de prevenirlo. La segunda, una aproximación relacionada con avances de científicos de geoingenería para desactivar y reducir tanto la emisión de gases como de mecanismos que permitan la reducción acelerada de la temperatura global. La tercera, de mitigación, consiste en tomar acciones para reducir las emisiones y las concentraciones de los gases de infecto invernadero, vertiente que simultáneamente resulta la más costosa en el corto plazo y, consecuentemente, la más difícil de alcanzar.
Nordhaus plantea que existe suficiente evidencia económica para apoyar el hecho de que podría ser relativamente barato para las economías del mundo reducir la velocidad del cambio climático, si los países adoptaran acciones estratégicas y eficientes de manera universal. Pero que sólo la combinación de ciencia y acciones de mercado puede ayudar a resolver adecuadamente el problema.
El otro premiado, Paul M. Romer, plantea la importancia de utilizar el tráfico de ideas y la innovación para lograr que las sociedades menos desarrolladas alcancen efectos significativos en beneficio de su población.
En el ensayo Romer señala que los efectos de mejora en temas como la optimización en la esperanza de vida en países pobres tienen que ver precisamente con el efecto de libre flujo de ideas y la innovación asociada.
También hace referencia a la importancia de permitir el establecimiento de marcos legales y normativos, que permitan el aprovechamiento de los beneficios de las ideas y la innovación, más que a generar procesos que impidan su libre flujo o su aplicación práctica en beneficio de la sociedad, particularmente de los países con menor nivel de desarrollo.
Las contribuciones de ambos economistas son fundamentales porque nos recuerdan que la mayoría de los temas importantes que como países, como sociedades e incluso como individuos enfrentamos, nos obliga a actuar de forma estratégica, anticipada y programada, sin dejar nada al azar, para evitar que problemas cuyo desarrollo se genera a largo de muchos años sean enfrentados cuando su propia dinámica los haga irresolubles.
El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual y director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.
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