Carpe Diem
Un día como hoy en el año 8 a.C. murió el poeta romano Quinto Horacio Flaco, simplemente Horacio, y según los entendidos el más grande poeta lírico, quien es autor de la frase Carpe Diem (aprovecha el día). La frase se hace famosa en la película “La sociedad de los poetas muertos” a raíz de un poema del gran Walt Whitm:
Aprovecha el día.
No dejes que termine,
sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz,
sin haber alimentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie
te quite el derecho de expresarte,
que es casi un deber.
No abandones tus ansias
de hacer de tu vida
algo extraordinario…
No dejes de creer
que las palabras y la poesía, sí pueden cambiar al
mundo;
porque, pase lo que pase, nuestra esencia está intacta.
Somos seres humanos llenos de pasión,
la vida es desierto y es oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa.
Y tú puedes aportar una estrofa…
No dejes nunca de soñar, porque sólo en sueños puede
ser libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores: el silencio.
La mayoría vive en un
silencio espantoso.
No te resignes, huye…
“Yo emito mi alarido
por los tejados de este mundo”, dice el poeta;
valora la belleza de las cosas simples,
se puede hacer poesía
sobre las pequeñas cosas.
No traiciones tus creencias, todos merecemos ser aceptados.
No podemos remar
en contra de nosotros mismos,
eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que provoca tener la vida por delante.
Vívela intensamente, sin mediocridades.
Piensa que en ti está el futuro,
y asume la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes pueden enseñarte.
Las experiencias de quienes se alimentaron de nuestros “Poetas
Muertos”, te ayudarán a caminar por la vida.
La sociedad de hoy somos nosotros, los “Poetas Vivos”.
No permitas que la vida te pase a ti, sin que tú la vivas.
*Carpe diem es una locución latina que literalmente significa “toma el día”, que quiere decir aprovecha el momento, en el sentido de no malgastarlo.
“Carpe diem, quam minimum credula postero”.
*Aprovecha el día, no confíes en el mañana*
Nota: Las tropas romanas, todos los días, en la formación a las 6 de la mañana saludaban con el grito “Carpe Diem”,
Horacio.
(Quinto Horacio Flaco; Venusia, actual Italia, 65 a.C. – Roma, 8 a.C.) Poeta latino. Hijo de un esclavo liberto, tuvo la oportunidad de seguir estudios en Roma, y posteriormente en Atenas, adonde se trasladó para estudiar filosofía. Una vez allí, fue acogido por Bruto, el asesino de Julio César, y nombrado tribuno militar de su ejército. Sin embargo, en la batalla de Filipos (42 a.C.) se evidenció su falta de aptitud para el arte militar y decidió regresar a Roma.
Empezó a trabajar como escribano de la cuestura, cargo que le dejaba tiempo libre para dedicarse a escribir versos. Por entonces conoció a Virgilio, quien lo introdujo en el círculo de Mecenas, donde paulatinamente ganó relevancia y afianzó la amistad con su protector.
Mecenas lo presentó a Octavio Augusto, y Horacio consiguió también la protección del emperador, que incluso le ofreció el cargo de secretario personal suyo, puesto que rechazó por no adecuarse a los principios de su moral epicúrea. Personaje muy respetado en los altos círculos romanos, tanto literarios como políticos, se mantuvo siempre bajo el amparo de Mecenas, junto con quien está enterrado.
Su poesía se divide en cuatro géneros que dan nombre a sus obras: Sátiras, invectivas personales y retratos irónicos de su tiempo divididos en dos libros y escritos en hexámetros; Épodos, diecisiete poemas yámbicos de temática variada e influencia helenística, en especial de Arquíloco; Odas (Carmina), también en hexámetros; y las Epístolas, su última obra, en la que, coincidiendo con una actitud vital y literaria más calma y más propicia a la reflexión moral que a la invectiva y la sátira mordaz que caracterizaron sus obras primeras, optó por la ficción epistolar sin abandonar la escritura en hexámetros.
Entre las Epístolas se encuentra la célebre Arte poética, que marcó las pautas de la estética literaria latina. La poesía horaciana, con su variedad de temas nacionales y, sobre todo, su perfección formal, signo de equilibrio y serenidad, fue identificada en el Renacimiento como la máxima y más excelsa expresión literaria de las virtudes clásicas, y su influencia se ha mantenido hasta hoy.
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