Imagen: Pixabay.
Día Mundial Sin Auto, las ventajas y compromisos
Cada 22 de septiembre se celebra el día en el que se promueve dejar el auto detenido y no hacerlo funcionar en las ciudades. Se intenta reflexionar en los beneficios ambientales, pero requiere responsabilidad.
Si bien nació como una necesidad de visibilizar un problema de abastecimiento de combustible, el “Día Mundial sin auto” se ha ido adaptando con el paso del tiempo a nuevas circunstancias, y particularmente en la última década, a la más fuerte de sus razones de ser: la necesaria descarbonización del planeta.
El movimiento nació en 1974, tras la Guerra de Yom Kipur. La falta de combustible en Europa primero y en EEUU después generó que, en ciertos ámbitos, se intentara suplantar el petróleo con otras formas de movilidad.
Más tarde se decidió el 22 de septiembre de cada año a partir de 1998, como día final de la Semana Internacional de la Movilidad Sustentable.
¿Qué podemos aprender el Día Mundial sin Auto en una ciudad?
Con el advenimiento de la movilidad sustentable, los autos eléctricos y otras formas de movilidad ecológica, se han abierto una gran cantidad de miradas alrededor de los automóviles convencionales. Algunas son algo obvias, pero otras han sorprendido a muchos cuando por primera vez las observaron en detalle.
Lo primero que hay que decir es que los autos en general, ya sean propulsados por motores térmicos o eléctricos, están construidos con aceros, plásticos, aluminio, goma, telas, cables y vidrios. Ninguna de esos materiales es naturalmente ecológico ni es materia virgen pura.
Moverse en transporte público o en transporte personal individual como la bicicleta, no solo alivian esas pesadas cargas, sino que también son más económicas en el primer caso y más saludables en el segundo.
Pero una movilidad sustentable requiere compromiso también. Viajar en transporte público implica respetar a los otros usuarios y cuidar la infraestructura. Y viajar en bicicleta debe ser una responsabilidad mayor aún, porque se comparte la vía pública con peatones y automovilistas. Respetar las normas de tránsito y el sentido de circulación, es fundamental para que ese ecosistema sea cada vez mejor y genere resultados positivos en todos los aspectos, no solo en el ambiental.
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