Edificios contra el cambio climático: así se modifican las ciudades para cuando suba el nivel del mar
El mundo tal y como lo conocemos está cerca de sufrir cambios radicales que, de hecho, ya han comenzado a dejarse notar. Al menos, en lo que al mar se refiere. Si tres cuartas partes del planeta están compuestas de agua, las predicciones de los principales organismos internacionales no resultan esperanzadoras, precisamente: según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el nivel medio del mar podría aumentar más de un metro de aquí al año 2100.
No obstante, algunos pronósticos son aún más pesimistas. Así, según un reciente informe de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos, hay un 90% de probabilidades de que el nivel medio mundial del agua aumente entre 2 metros y 2,4 metros para el año 2100.
Más allá de las frecuentes inundaciones que se vienen produciendo con las tormentas, los datos demuestran que el nivel del mar está subiendo sin parar. De hecho, el ritmo del aumento se ha duplicado: si durante la mayor parte del siglo XX crecía 1,7 milímetros al año, en la última década del pasado siglo la subida ya fue de 3,4 milímetros anuales.
De esta forma, parece inevitable plantearse qué será del futuro de las ciudades costeras en caso de que el aumento del nivel del mar siga avanzando sin parar. Nueva Orleans, Bangkok, Ámsterdam, Alejandría o Houston son solo algunas de las ciudades que corren peligro de desaparecer bajo los océanos. Así las cosas, uno de los retos inmediatos que deben estudiar la arquitectura y el urbanismo es la configuración de las urbes que se enfrentarán más pronto que tarde a la temida subida del nivel del mar.
El estudio de arquitectura neoyorquino Scape Studio es uno de los que ya trabaja en soluciones para que las ciudades se adapten a este efecto del cambio climático. Este estudio es uno de los responsables de Dune Co-Habitat, un plan de protección costera que beneficiará a una zona de unas 80 hectáreas en Queens, Nueva York.
Gracias a la creación de dunas artificiales, el plan de Scape pretende frenar los envites del mar durante las agresivas tormentas en la zona. El sistema está compuesto por estructuras inundables y canales creados para recoger el agua del mar que excede del nivel habitual, además de por esas dunas que, directamente, frenan la llegada del agua.
Y no es el único proyecto del estudio de arquitectura norteamericano relacionado con la subida del nivel del mar: ya en 2014, Scape fue premiado con 60 millones de dólares (algo más de 50 millones de euros al cambio actual) por su plan para construir un rompeolas de 3 kilómetros frente a Staten Island, en Nueva York.
La idea es que este rompeolas esté “vivo”: es una estructura a la que se le pueden añadir distintas alturas en función de cuál sea exactamente la subida del nivel del mar. La construcción servirá de amortiguador contra los efectos del oleaje habitual y el agresivo efecto de las inundaciones, además de poder usarse como refugio para especies que, como las langostas y las ostras, están desapareciendo de la zona debido a la sobreexplotación y la contaminación.
No obstante, no es la región de la ciudad que nunca duerme la más concienciada de Norteamérica en lo que a la subida del nivel del mar se refiere. De hecho, a 2.000 kilómetros, Miami ya se ha puesto manos a la obra y cuenta con distintos proyectos en los que la altura de los edificios se ha convertido en el elemento fundamental para combatir los efectos del crecimiento del mar.
Tanto es así que el mercado inmobiliario de la ciudad de Florida ha dado un vuelco y se valora más el hecho de que el primer piso de un edificio esté a una altura considerable que el habitual reclamo de las vistas al mar. De hecho, es la propia administración local la que estipula que los nuevos edificios construidos frente al agua deban estar elevados unos dos metros sobre el nivel actual.
Sin embargo, algunos arquitectos han decidido ir un paso más allá para proporcionar un extra de seguridad. Es el caso del francés Jean Nouvel, que presentó a finales del pasado año un bloque de apartamentos cuyo aparcamiento está al nivel del suelo, mientras que los pisos se encuentran a cuatro metros de altura. Así, en caso de inundaciones, el agua se quedaría en el nivel del ‘parking’.
Es lo mismo que propusieron, ya en 2013, Herzog & de Meuron para su Pérez Art Museum de la misma ciudad: el museo se encuentra erigido sobre pilares de tres metros que hacen que, ante cualquier inundación, el agua del mar pase por debajo del edificio elevado.
Casas flotantes en Europa
Mientras tanto, en el Viejo Continente, algunas construcciones relacionadas con la subida del nivel del mar son proyectos experimentales. Es el caso de The Flood House, una verdadera casa flotante que el arquitecto Matthew Butcher colocó el año pasado en el británico Támesis.
Butcher creó esta cabaña navegante tras observar los barcos que pasan habitualmente por el río con una intención: concienciar a los ciudadanos de que, con la agresiva subida del nivel del mar, habrá ocasiones en las que podríamos tener que cobijarnos en un hogar rodeado de agua para sobrevivir a las inundaciones.
No obstante, hay proyectos en Europa más cercanos a la realidad. Por ejemplo, en Ámsterdam llevan siglos luchando contra este problema y su experiencia ha hecho que numerosas construcciones estén adaptadas a futuras posibles inundaciones. Sin ir más lejos, su Palacio Real (del siglo XVII) está construido en un terreno pantanoso sobre pilares de madera que evitan que el edificio se hunda, literalmente. Además, el complejo sistema de diques y bombas de agua impide que a día de hoy la ciudad se inunde.
Sumado a ello, las construcciones actuales ya miran a un futuro en el que la situación podría ser considerablemente peor: el pabellón flotante de Róterdam, por ejemplo, es una estructura sostenible, anclada al puerto de la ciudad holandesa y que estará siempre en el agua, sea cual sea el nivel del mar.
Quizás, en un futuro no muy lejano, las ciudades de las costas europeas y americanas se llenen de edificios y estructuras flotantes, aunque sea solo para los casos de emergencia: con la subida del nivel del mar, la agresividad de las inundaciones será mucho mayor y los edificios deberán responder a unas necesidades nuevas relacionadas con el cambio climático.