El lugar, dotado con anfiteatro, una pantalla gigante y ventanales de piso a techo que la conectan con el espacio exterior, es considerado como único en su tipo.
El arquitecto mexicano Enrique Norten con el diseño de la biblioteca de la calle 53, en la zona media de Manhattan, Nueva York, creó un recinto que constituye un replanteamiento profundo sobre la función que debe cumplir un centro cultural del siglo XXI en la era digital.
Inaugurada a finales de junio, la biblioteca dotada con un espacioso anfiteatro, una pantalla gigante y ventanales de piso a techo que la conectan con el espacio exterior, es considerada como única en su tipo en Nueva York.
Diseñada por el despacho de Norten, Ten Arquitectos, el centro que reemplazó a la biblioteca Donnell “no recordará a ninguna otra biblioteca pública de la ciudad”, de acuerdo con el diario The New York Times.
“Se discute en muchas instituciones cuál es el futuro de las bibliotecas, si van a seguir con libros y como será su relación con el entorno. Para nosotros eran importantes esos criterios para proponer una biblioteca del futuro en una ciudad tan importante e intensa como Nueva York”, dijo Norten.
En entrevista, Norten explicó que el espacio en sí mismo significaba un reto. En un lote ocupado por el sólido edificio de cuatro plantas de la Donnell ahora se alzan una torre de departamentos y un hotel; en los tres pisos en el subsuelo se encuentra la nueva biblioteca.
“La intención, y espero haberlo logrado, era crear una continuidad con el espacio público de la calle, y crear una nueva imagen de una biblioteca como algo transparente y permeable, y no como una fachada cerrada que intimide y delimite”, aseguró.
La oferta de la biblioteca
Aunque cuenta con menos libros, dvd’s y cd’s que la Donnell, la nueva biblioteca obtiene cualquier título de la extensa red de bibliotecas públicas de Nueva York en un plazo de 24 horas. Ofrece además 68 computadoras, la mayoría portátiles, y wi-fi de alta velocidad.
“Llegamos a la conclusión de que para garantizar que las bibliotecas sigan existiendo no sólo deben ser un depósito de objetos sino un lugar de encuentro de la comunidad y de intercambio de información”, asentó el arquitecto.
Créditos: El Informador/JMMO