Fresca en temporada de calor, cálida en invierno y resistente a los embates de huracanes. Éstas eran las bondades del diseño de la casa maya, un ejemplo milenario de construcción con bases bioclimáticas.
Los mayas experimentaron con todo tipo de construcciones hasta comprender cuáles eran los elementos que podían usar para dotarlas de cualidades habitacionales. Se ha dicho incluso que la casa maya “es como una perfección de la misma naturaleza”.
Y si hablamos de arquitectura bioclimática, es un ejemplo claro de las características de un diseño de este tipo.
El doctor Aurelio Sánchez Suárez, profesor investigador de la Unidad de Ciencias Sociales del Centro de Investigaciones Regionales “Doctor Hideyo Noguchi” de la Uady, señala que los conceptos de esta arquitectura vernácula son los que más se conservan en México.
De acuerdo con estudios arqueológicos, la casa maya existe como tal desde hace tres mil años. Los registros dan cuenta de una construcción de planta absidal, de extremos circulares y cuatro arcones, con medida de cuatro metros de ancho por ocho de largo, y muros de bajareque.
El especialista agrega que el diseño del techo de palma es eólico y permite que el aire caliente, que tiende a subir, salga pero al mismo tiempo evita que entre la lluvia. La puerta, que antes de la Conquista no existía como tal, permitía la ventilación interior y mantenía fresca a la casa. El piso se hacía con un tipo de cemento que se obtenía a partir de un aplanado que pulían.
El forro de la casa se realizaba con bajareque. Se trataba de un entramado de madera al que se aplicaba tierra roja con zacate. “La tierra tiene cualidades térmicas”, recuerda el doctor Sánchez. “Cuando hace frío afuera, adentro es cálido y cuando hace calor afuera, adentro es fresco”.
Vía yucatan.com.mx