La “fuerte presencia” que han tenido las empresas mexicanas en la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) es una muestra de la confianza en la industria nacional que permitirá detonar en el corto y mediano plazos un inédito proceso de expansión fuera del país, como lo hicieron en su momento sus pares de España, aseguró Gustavo Arballo.
El presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC) consideró que el hecho de que la principal obra de infraestructura del transporte de la actual administración sea observada a nivel mundial garantiza que sus afiliados tengan una exposición paralela que “sin duda” les dará un gran beneficio.
Además, las pequeñas y medianas empresas tendrán mayor posibilidad de participar en la cadena de proveeduría en condiciones más justas.
Por lo pronto, la construcción de las primeras dos pistas del proyecto (las cuales implican más de 16,000 millones de pesos) está a cargo de un par de consorcios mexicanos: Coconal y Vise, en la número dos, y GIA+A, CICSA, La Peninsular y Prodemex, en la número tres.
En entrevista el líder empresarial consideró que con el fallo de la licitación del edificio terminal previsto para enero próximo (donde se involucran tres consorcios, dos de ellos con una participación de más de 70% de constructoras nacionales), se habrá concluido con las obras de mayor monto, pero aún faltan 17 paquetes para el próximo año, en donde también se podrá mirar la fuerza de las compañías mexicanas.
¿Cómo se verá a nivel mundial que el nuevo aeropuerto esté hecho por mexicanos?
Está por definirse quién hará la terminal, que es una obra sin precedente, por su monto; pero nos da gusto que ha sido evidente la capacidad local para cumplir los requisitos que se estaban pidiendo. Gane quien gane la licitación, es un hecho la fuerte presencia de nuestras constructoras.
¿Cómo serán los efectos de esa situación?
Muy positivos. Esperamos que pase lo que en otras naciones, las cuales lograron posicionarse, primero, dentro de su país, y luego salir a buscar oportunidad en otros. Es el caso de las empresas españolas, que aprovecharon el impulso a la infraestructura local y después salieron a buscar nuevos mercados, incluido México. Lo mismo nos puede pasar a nosotros.
¿Es el momento idóneo para la expansión?
Digo que podría pasar en el corto y mediano plazos. Se tienen que conjugar otros elementos, aunque el principal ya está: desarrollar el nuevo aeropuerto. Es una obra que durará unos años (se espera que se inaugure en el 2020), y en ese tiempo las empresas seguirán en camino de profesionalización, especialización y crecimiento. Tiene que volver el deseo de atacar mercados internacionales, de hecho, ya hay avances. Hace unas semanas, en noviembre, estuvo el presidente de Panamá en el país, y el presidente Enrique Peña Nieto comentó que en breve se hará un pool de empresas mexicanas que quieran ir a Panamá. Si el gobierno nos apoya, seguramente la expansión podría será una realidad en el corto plazo.
¿La calidad de trabajo está probada, la parte financiera sería un obstáculo?
No precisamente eso. Hemos visto que hay cada vez más opciones para los desarrolladores de proyectos. El mismo NAICM tiene fuertes inversiones privadas que garantizan su desarrollo.
¿Qué papel ha jugado este año la CMIC en las grandes licitaciones?
Seguimos nuestro plan de acercamiento con el gobierno federal: Conagua, Pemex, CFE, SCT y el mismo aeropuerto. Implementamos comisiones mixtas, capacitación técnica y la manera de hacer alianzas estratégicas, por ejemplo. Lo que sigue es conjuntar a las empresas que van a tener interés en participar con los consorcios que ganen. Una vez fallado el concurso del edificio terminal se requerirá de una gran cantidad de empresas, no sólo de la Ciudad de México, sino de otras entidades de la República que tengan la experiencia en edificación, instalación hidráulica, sanitarias, especialidades en cimentación o terminados.
¿Fue sorpresa que para la terminal las firmas internacionales visiblemente participen para cumplir el requisito?
No fue sorpresa porque había cosas de especialidad en que tienen que participar necesariamente, un ejemplo son instalaciones especiales para el manejo del equipaje. Además, reitero que no estamos en contra de nadie, de ninguna compañía, únicamente pedimos relaciones de negocio justas con las constructoras mexicanas.
Fuente: Comunicaciones y Transportes/CMIC/ El Economista/ Alejandro de la Rosa