Un ingeniero chileno, que bien pudiese ser mexicano o de otra nación, entró en una estación del metro de Estocolmo, capital de Suecia. Allí notó que había entre muchos molinetes normales y comunes (en terminales se restringe el acceso de personas al andén sin ticket pagado). Pero vio uno que daba paso libre gratuito, sin tener que pagar.
Muy extrañado, entonces, le preguntó a la vendedora en ventanilla de los tickets el porqué de aquel molinete permanentemente libre para pasar y sin ningún agente de seguridad en las cercanías. La muchacha, le explicó que ese paso estaba destinado a las personas que, por cualquier motivo, no tuviesen dinero para pagar su pasaje.
Incrédulo, acostumbrado a la manera de su país de origen, no pudo evitar hacerle la pregunta que para él era obvia: ¿Y si la persona tuviese dinero, pero simplemente no quisiese pagar? La vendedora entrecerró sus ojos azules y con una sonrisa de pureza sobrecogedora, le respondió:
Pero, ¿por qué haría eso?
Sin poder acertar una respuesta, el ingeniero pagó su pasaje y pasó por el molinete, seguido de una multitud que también había pagado por su ticket.
El paso libre continuó vacío. El ingeniero pensó en ello y escribió de corrido en su libreta de apuntes:
“La honestidad es uno de los valores más liberadores que un pueblo puede tener, una sociedad que ha logrado transformar ese valor en algo natural está en un estado de desarrollo, sin duda, superior. Eso es educación… también y antes que nada cultive este valor y transmítaselo a sus hijos, a sus nietos, a sus alumnos, a la sociedad. Su mundo cambia cuando usted cambia. No premiemos las prácticas fraudulentas, los negocios mal habidos, la corrupción… Hagamos de la honestidad y buena fe, un hábito…”
Esta pequeña reflexión nos da una gran visión de lo que debiéramos ser, de lo que debiéramos respetar y de lo que debiéramos motivar para ser una sociedad honesta, como en Estocolmo.
Aquí en México debería aplicarse, como en lo del pago de impuestos, que tan sólo ir o transferir de forma electrónica el listado de lo facturado y el impuesto correspondiente, sería un pago de buena fe.
Nunca digamos que no se puede, porque así somos…,porque otros lo hacen y por qué yo no. En la medida en que seamos honestos, en esa medida, tendremos un país más feliz. Deseémonos que estos días de navidad y de fin de año, así como de inicio de un nuevo gobierno sean inicio de mejores y educados comportamientos de todos por igual.