La ecología urbana es mucho más que una disciplina y, por supuesto, trasciende el simple paisaje verde. Del mismo modo que las ciudades alcanzan dimensiones de megalópolis, la necesidad de naturaleza en el entorno urbano ejerce una fuerza contraria que reclama más verde por obvias razones de sostenibilidad.
Sería de ingenuos hablar de una revolución verde de las urbes, pero no puede decirse que las ideas falten. Un ejemplo son los tejados verdes. No se trata de una moda, sino más bien de una iniciativa global que va abriéndose paso.
Lentamente, es cierto, pero sin pausa. Sobre todo, avanza en aquellas ciudades que se lo han tomado en serio, y como ejemplo paradigmático podemos mencionar París, muy polucionada pero cada vez más sostenible a golpe de una política municipal muy perseverante.
Techos verdes obligatorios
París, obviamente, no es la única urbe que apuesta por el verde. Muchas otras lo hacen y, aunque resulte chocante, y casi una utopía, lo cierto es que hay muchas urbes que obligan a llenar de verde un porcentaje mínimo de los techos de los edificios.
O, según el reglamento, determinan que deben hacerlo algunos edificios específicos, como por ejemplo los comerciales. Entre otras ciudades que se han apuntado a esta moda, además del país galo, está Canadá, con Toronto a la cabeza o, entre otras, Copenhague.
Son ciudades que intentan combatir la contaminación ambiental legislando para propiciar un techo verde que alcance decenas de miles de metros cuadrados de jardines en lo alto.
En Copenhague o Toronto, por ejemplo, se legisla para que todos los techos nuevos tengan algún tipo de vegetación y fomentar la biodiversidad es una de sus principales metas.
Sin embargo, no es la única, y los beneficios son tales que la tendencia pronto podría convertirse en una auténtica (y bendita) epidemia. Cuanto antes nos contagiemos, mejor, ciertamente…
Numerosos beneficios ecológicos
¿Pero, por qué hacerlo, exactamente? ¿Cuáles son las razones de su éxito? Por un lado, en la ciudad falta espacio, y las zonas verdes no suelen ser una prioridad municipal cuando se trata de decidir a qué destinar los espacios.
Sin embargo, la urgencia de encontrar soluciones es más que obvia, y se traduce en ese aprovechamiento de zonas que normalmente no se utilizan para nada.
O, lo que es lo mismo, mirando hacia arriba encontramos un área enorme desaprovechada que salvo la instalación de placas solares, por otro lado compatibles con la cubierta vegetal, tampoco suele tener usos alternativos lucrativos.
En general, puede afirmarse que las cubiertas de los edificios que se ajardinan se convierten en una tabla de salvación para lograr unas ciudades más sostenibles y habitables. Sus ventajas son tantas y algunas tan inesperadas que realmente parece la panacea.
Reducir la necesidad de aire acondicionado es uno de sus puntos fuertes. No en vano, la cobertura vegetal puede enfriar la temperatura interior de forma significativa, según un estudio realizado en distintas ciudades por la Universidad de Cardiff, en Reino Unido.
Se comprobó que la cobertura vegetal de los edificios con techos y fachadas recubiertos de verde permitía rebajar en torno a los 1o grados centígrados la temperatura interior, frente a otros edificios de hormigón y ladrillo.
Se trata de un doble fenómeno, producido por una menor absorción del sol y el proceso de la evapotranspiración que combate la llamada “isla de calor”.
También ayudan a absorber la lluvia, con lo que se evitan inundaciones, y a su vez se protegen los edificios ante un eventual incendio. O, por ejemplo, protege la estructura del edificio, haciéndola más durable gracias a su aislamiento, ya que evita los efectos producidos por los cambios bruscos de temperatura.
Mejorar la biodiversidad
El incremento de techos verdes constituye un valioso refugio para la biodiversidad. Sin contar con los efectos beneficiosos que supone para la fauna y flora local el hecho de que se reduzcan los episodios de islas de calor y la lluvia encuentre un lugar que contenga el agua de forma similar a como ocurre en los espacios naturales.
Todo ello favorece la biodiversidad. No se trata de una solución perfecta, qué duda cabe, pero sí ayuda a mejorar la habitabilidad y fomenta la biodiversidad en las urbes, que no es poco.
Minimizar la contaminación sónica es otra de las eco ventajas de los techos verdes. Según un nuevo estudio de la Comisión Europea, evitar el ruido del tráfico es una de sus utilidades. Dentro de su búsqueda de soluciones para acabar con la polución acústica urbana, la investigación constató la eficacia de los techos o muros verdes (jardines verticales en fachadas) para absorber ruidos.
Por otra parte, distintos estudios han confirmado que la contaminación acústica está afectando a la biodiversidad del planeta. Incluso en zonas urbanas, donde también se genera la denominada contaminación lumínica, ambas enemigas de la vida silvestre.
Según un trabajo publicado en Global Change Biology, las aves se encontraban entre las más perjudicadas. Así las cosas, puesto que las ciudades que aspiran a ser sostenibles necesitan áreas verdes también sostenibles, no solo es necesario pasarse a la jardinería ecológica, sino resolver el eterno problema de la falta de espacio.
¿Entonces, por qué no aprovechar los techos? Como no podía ser de otra manera, los techos verdes se revelan como una solución redonda. Para hacernos una idea de lo mucho que pueden llegar a sumar, solo en Montreal, una ciudad pionera en el fomento de los techos verdes, ha alcanzado los 20.000 metros cuadrados de techos verdes.
Fuente: http://www.ecologiaverde.com/