¡Urge transformar!
Toda empresa, cualesquiera que sea su giro, requiere en determinado momento, transformarse, cambiarse, variarse en la forma de operar. Reformarse, aplicando nuevas estrategias de mercado, y hasta incorporar nuevos productos y servicios, con una conducción más racional en el manejo financiero y el uso de las nuevas tecnologías de la información.
Por muy legítimas las intenciones de permanecer en el mercado, si no se adecua a los nuevos tiempos, tendencias y demandas y si no hay transformación mental y anímica sucumbirán, irremediablemente se van y serán sustituidas por otra empresa o grupo.
Cuando eso sucede, que cierre, se vaya o sea sustituida, los costos son altos en lo económico y también en lo anímico de dueños, socios y empleados; todos pierden y pierden la oportunidad de permanencia, continuidad, de seguir sirviendo, si esa fue su filosofía la de servir.
Si de la empresa hablamos en esa necesaria transformación, también deberemos inferirlo a las personas en general, cualesquiera que sea su actividad, privada o pública, si quiere permanecer activo, vigente, debe de transformarse desde sus actitudes, manera de trato, moralidad, aunque dicen que es difícil como el árbol torcido, pero debe hacerlo si no se va, con todo y sus rasgos malignos, lo sustituyen o simplemente lo dan de baja, la o lo corren.
Si de la empresa y las personas del sector privado comentamos de su necesaria adecuación y transformación para permanecer y hasta crecer exitosamente, en la administración pública, en sus diferentes niveles de gobiernos, federal, estatal y municipal, por la naturaleza del origen de los recursos con los que sobreviven, los gobiernos y sus estructuras burocráticas, deberemos de darle un sentido aun más estricto.
La diferencia con la empresa es que los gobiernos no cierran, por ser de utilidad y servicio público, y se van solo al concluir el periodo para los que fueron electos, mediante votos, salvo ahora lo de las reelecciones en los legislativos y alcaldías, que en los muchos de los casos no buscan reelegirse por querer seguir sirviendo, mas bien sirviendo a intereses de los que los tienen ahí y los inherentes propios intereses de hacer fortuna no pública, claro que sin ratificados.
Ahí estriba la gran diferencia del gobierno al del sector privado. En el privado se cuida el recurso por ser ganado con esfuerzo propio, en la gran mayoría de los casos, pero hay algunos que nada de eso tienen, pues es a todas luces que les va bien si “está bien con el gobierno en turno y negocian desde antes con el que viene”, es más le apuestan al menos a dos, como el caso evidente de algunos constructores que lideran cámaras para eso y no para representar al sector como debiera ser.
Ahora que los gobiernos se dicen que son transparentes, que son mas fiscalizados y no, no lo es, solo en apariencia y simulación, ya ve el caso de algunos gobiernos municipales y estatales que les urge una transformación a fondo y ya no se dé la infame corrupción como el caso de Sonora, que dicen se sirvió la familia con cuchara no sopera sino con cucharon de draga minera.
Yo digo y pienso que muchos también, que es de urgente prioridad transformar las formas de administrar, de gobernar, de promover y ejecutar acciones y obras que realmente sean realizadas con total transparencia y bien observadas, ya basta de vergonzosos hechos, será bueno instaurar, como norma exigible, la honestidad en todo y ya no mas vicepresidencias en Sonora.
Pienso y digo que para que ya no vuelva a suceder que se instale un frente ciudadano que promueva y exija que se tengan los verdaderos valores del buen gobernar y del bien administrar los recursos ajenos, si eso sucede habrá un mejor desarrollo en todas las regiones del estado de Sonora.
Erasmo Fierro Palafox.
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