19 de septiembre, nuevamente esta fecha que marca a nuestro país. Movimientos naturales de nuestro planeta y que no podemos prever con anticipación, dan apertura a qué nuestra sociedad se faje y demuestre de lo que somos capaces de realizar.
Cómo nación en este tipo de eventos somos ejemplo de unión, de fortaleza, de apoyo con el compatriota. Apoyos se envían desde todos los rincones del país, incluyendo a esos mexicanos que aportan lo poco que tienen. Es un orgullo ver, leer, escuchar en todos los medios de comunicación como el pueblo mexicano se lanza férreo a subsanar en todo lo posible los daños y el dolor por las pérdidas humanas y materiales.
Varios países de los distintos continentes se unen al apoyo hacia nosotros y demuestran en sus noticieros el accionar de los mexicanos en esta situación catastrófica que sirve de ejemplo al mundo entero de unidad y ayuda.
Jóvenes, adultos; mujeres, hombres; profesionistas, no profesionistas; perros; todos unidos en esta labor 24 horas, con toda la esperanza de rescatar a personas y brindarles una nueva oportunidad de vida. No hay mayor muestra de solidaridad, patriotismo y unión.
Esto, vislumbra la luz de un país, de una nación caracterizada por la alegría, picardía y folklore; por su cortesía y cordialidad con el extranjero; por el amor y ganas de sacar al país adelante frente a todo obstáculo que se pone enfrente.
Sin embargo, entre esa luz se escurren atisbos de sombra y oscuridad, perpetuados por acciones que llenan de coraje y rabia a la mayoría. Asaltos y rapiña aprovechada de la desgracia del otro, consumada ante la impotencia del mexicano que no puede hacer nada y se convierte doblemente en víctima en un abrir y cerrar de ojos.
Hay una sombra más grande que se cierne sobre nuestro país: la corrupción y clase política mexicana.
Corrupción que permitió que muchos edificios se construyeran sin ser seguros y hoy cobrando la vida de mexicanos que confiaron en los constructores y dependencias encargadas de validar o no si un edificio era viable para llevarse a cabo.
Los políticos mexicanos, gobernantes que buscan aprovecharse de las donaciones para hacerse propaganda en tiempos de desgracia nacional. Qué sienten como un logro el que vayan a donar su dinero de campañas políticas a la reconstrucción de las ciudades lastimadas por estas tragedias; no es un logro, es una obligación siendo dinero de nuestros impuestos.
Lo que viene es mucho trabajo aún, mucho apoyo el que tenemos que dar a nuestros hermanos mexicanos sin quitar el pie del acelerador y exigiendo a las instituciones públicas y políticas que hagan su parte.
De algo estamos seguros, México, se ha dado cuenta que en la ciudadanía está el poder hacer las cosas para lograr crecer y en un futuro llegar al lugar que nos corresponde, que es ser una potencia mundial.
México es más luz qué sombra, demostrado está nuevamente y tenemos que seguir logrando grandes cosas siempre, no sólo en estos casos como el que vivimos hoy en día.
Por: Arq. Mario Gutiérrez Carrasco
