Una nación es como un gran crucero en el cual sus pasajeros son de chile, tomate y cebolla, de aquí y de ella y su capitán-timonel pretende hacerlos salsa; por el contrario ellos, de buena manera, le demandan que salsa no los haga y los lleve salvos y sanos a buen puerto, como siempre lo han esperado cada seis años en que las grandes mareas se presentan en este caso en las nuevas elecciones de cada seis años.
Los marineros y los que no lo son, esperan tener lo suficiente para sobrevivir, esto de la sobrevivencia no lo infiero solamente a los que nada tienen, también los que buscan tener algo, y también los que buscan conservar lo poco que han hecho y los que quieren acrecentar su economía y patrimonio, y así desarrollarse más para generar beneficios a otros.
Los remos de la nación los infiero a los compromisos, los cambios y las intenciones que pregonan los que quieren hacerla de capitán y para ello tendrá que tener todo lo que se espero de urgencia necesidad, que reme en estos mares, combatiendo la corrupción, la inseguridad, y sobre todo que cancele privilegios de una casta por siempre beneficiaria desde antes de la revolución.
Esta columna no es de política y esas cosas, dirán algunos lectores y yo les digo que es cierto, hasta cierto punto, pero no por ello deberemos estar ausentes del comentario, ni de acontecimiento alguno que tenga que ver con nuestra sufrida patria, así que en tiempos de elección, ya es tiempo de elegir muy bien.
Unas remos naciones para ustedes, espero que sirvan de algo y sobre todo, hacer una mejor nación.