Al dejar su empleo para seguir su pasión, hoy le está dando un respiro a las ciudades

Al dejar su empleo para seguir su pasión, hoy le está dando un respiro a las ciudades

Imagen: Cortesía de Huatán.

Al dejar su empleo para seguir su pasión, hoy le está dando un respiro a las ciudades

Por March Violante

 

Cuando Daniel Gómez-Bilbao era niño le gustaba leer las enciclopedias Time Life de su casa. Había tres capítulos que solía revisar una y otra vez. Esos tomos tenían imágenes que le llamaban la atención: peces, insectos y el último, plantas. Ahí le nació un amor por la naturaleza que se vio impulsado por su familia de manera casi predestinada.

Sus abuelos, de ascendencia asiática, tenían una casa en Cuernavaca y el pequeño Daniel veía que todos los días se levantaban temprano para cuidar su jardín. “Ahí entendí que no hay buena o mala mano para las plantas, simplemente dedicación”, señala.

Ya siendo un adulto joven, Daniel dejó su pasión por las plantas de lado y se dedicó por completo a llevar una carrera corporativa como consultor de ventas para una empresa asiática de tecnología. Su trabajo lo llevó a vivir a Venezuela y a viajar por toda América Latina. Sin embargo, era una vida un tanto solitaria y muchas veces se quedaba en los restaurantes de los hoteles a ver las plantas y las macetas de los edificios.

“Le preguntaba a la gente que trabajaba en esos lugares los nombres de las plantas que me llamaban la atención y las empresas que hacían macetas y las anotaba en una libretita negra”, recuerda.

Desafortunadamente, las condiciones en Caracas cambiaron y por seguridad, la empresa en la que trabajaba Daniel lo saca del país. Esto provoca que le empiece a sobrar mucho tiempo porque sus clientes y sus contactos estaban en el cono sur y en cada viaje que hacía a América del Sur debía conectar con diversos países a la vez para reducir los gastos de viaje. En los tiempos muertos que su agenda permitía, Daniel comenzaba a buscar macetas y plantas para armar una terraza en su casa.

“Hice la inauguración de mi terraza y la gente comenzó a preguntarme por las plantas y macetas que tenía. Mi suegra me pidió que le consiguiera una planta, luego las amigas de mi hermana, mi cuñada, etc. Mi casa se había convertido en un showroom”, dice Gómez-Bilbao.

El día que “El Chino” dejó su oficina en Montes Urales

Fue entonces que Daniel decidió aprovechar los contactos que había hecho mientras vivía y viajaba a Sudamérica para convertirse en distribuidor de plantas y macetas.

Su sorpresa fue mayúscula cuando en las primeras dos semanas logró colocar 100 potes. Se dio cuenta de que había una oportunidad de negocio donde podría tener contacto directo con el tomador de decisiones.

Daniel entonces abrió una pequeña empresa de paisajismo urbano llamada Huatan, cuyo nombre en chino significa “Terraza con plantas” porque quería recordar como “El Chino”, arrancó un negocio con plantas en su casa.

Mientras su negocio arrancaba, Daniel seguía trabajando para la empresa tecnológica desde sus oficinas en Montes Urales. Pero entre más avanzaba y crecía la venta de sus productos, se dio cuenta de que tarde o temprano tendría que cortar el cordón umbilical.

 “Tenía una posición privilegiada y me costó mucho trabajo tomar la decisión”, señala.

Cuando estaba ponderando dejar la empresa que amaba para dedicarse a Huatan, Daniel se acercó a su mentor que no era otra persona que el director general que lo había contratado años atrás y le dijo “Tengo esta discrepancia en mi vida. Por un lado amo lo que hago aquí y por otro disfruto de vender macetas”. Su mentor le dijo “Daniel, persigue las plantas. Si te llama la atención, persíguelo. Pero decídelo y decídelo ya”.

“Nunca se me va a olvidar lo que me dijo, – por algo es mi mentor-, porque me hizo entender que cuando algo te apasiona, las cosas se te dan y cuanto más las buscas, más te llegan”.

El despacho de arquitectura de paisaje que ahora viste a la Ciudad de México

Después de este proceso de desprendimiento, Daniel lanzó en toda forma Huatan en 2006 y lleva 15 años de trabajo haciendo paisajismo con la creación, ambientación, cuidado y conservación de más de 500 espacios verdes sustentables que permiten el reencuentro con la naturaleza.

“Han pasado 15 años desde que empecé, pero fue muy difícil. Hubo momentos en que no tenía ni para pagar la colegiatura de mis hijos. El emprendedor tiene que entender que primero está la empresa antes que el empresario”, advierte Gómez-Bilbao.

Opciones verdes para la “nueva normalidad”

El trabajo que hace Huatan ha adquirido una nueva dimensión con las medidas de restricción sanitarias por la pandemia de COVID-19, ya sea porque se necesitan más espacios al aire libre en las ciudades para hacer frente al confinamiento o porque la jardinería urbana ha adquirido mayor importancia entre las personas que buscan producir alimentos orgánicos.

Sin embargo, no solo se trata de una tendencia para hacer frente a la pandemia. La arquitectura biofílica, aquella que considera los espacios verdes como parte central de su diseño, está ganando terreno. Un ejemplo muy claro es la nueva sede de Amazon (en la que la marca quiere invertir 5 mil millones de dólares) o el Aeropuerto de Singapur Jewel Changi.

Por otro lado, la misión de Huatan es ayudar a traer los espacios verdes a las ciudades y para eso también ofrecen dos huertos urbanos prearmados para que las personas puedan instalar y sembrar: Uno tipo Invernadero con una cubierta de malla sombra y plástico que genera su propio microclima y uno tipo Tutor, con una estructura para ayudar al correcto crecimiento de las plantas y hortalizas.

“Todos somos jardineros”, señala Gómez-Bilbao, “Toda la vida hemos tenido plantas en las azoteas, bambús en los escritorios, especias en las cocinas, vaya, hasta hemos sembrado frijoles en algodoncitos. Solo tenemos que volver a conectarnos con las plantas”.

 

 

 

 

 

 

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