En un entorno social.

Núcleos de Desarrollo, Saneamiento y Disminución al Deterioro Social.

“No salgas de noche”, “qué difícil está la situación”, “el dinero no rinde”; frases que se escuchan cada vez más, que comienzan a ser parte del día a día de la mayoría de mexicanos.

No es novedad qué en nuestro país se vive una situación crítica en temas de inseguridad, corrupción, marginación económica y delincuencia desde delitos menores a la delincuencia organizada.

Desde muchas décadas atrás hasta el día de hoy, no ha habido un enfoque real para sanear esos temas por ninguno de los niveles de gobierno, llámese federal, estatal o municipal.

Insensibilidad hacia las personas en situación económica más vulnerable, estrategias fallidas cómo la llamada “guerra del narco” o la actual de brindar becas y apoyos (que esto se puede poner sobre la mesa, teniendo sus pros y contras, mediante un análisis detallado de a qué sectores se debería de brindar en realidad) pero sin un sustento que logre el respaldo económico primordialmente por la inversión privada dado las diferentes políticas y estrategias que se están tomando en el gobierno actual, nos han llevado a un lastre social del cuál es cada vez más difícil que podamos salir.

 

 

Todo lo anterior da lugar al crecimiento de inseguridad y delincuencia. Cada vez más los niños piensan en ser criminales porque pueden tener una “mejor calidad de vida”. Cada vez más elementos de seguridad son corrompidos e incluso prefieren formar parte directamente de los grupos criminales.

Ahora bien, haciendo un análisis a fondo, nuestras ciudades presentan sectores con focos más alarmantes principalmente en los lugares más marginados. Allí es dónde nace gran parte de los nuevos reclutas que sirven de carne de cañón para el crimen organizado, lugar dónde también están gran parte de los “picaderos” o “tiraderos”; en estos espacios la gente aprende a vivir y ver con mayor normalidad los actos delictivos o el que un familiar se dedique a cometer ilícitos. Los habitantes que están en contra de ello no les queda más que adaptarse a esa situación si quieren “vivir en paz” o “llevarla bien”.

Estas áreas son las partes más bajas de la pirámide delincuencial (imaginemos una pirámide con las cabezas de los cárteles y líderes de grupos criminales en la cima, mientras según las jerarquías van descendiendo hasta el nivel más bajo), son el soporte de gran parte del financiamiento y fortaleza de cualquier grupo porqué aportan números tanto de dinero cómo de personal.

Por décadas la guerra contra la delincuencia se ha marcado en ir y capturar a los grandes líderes, a las cabezas, lo que resulta en una cruenta guerra interna por el control vacante provocando asesinatos, inseguridad y división o separación de grupos qué terminan convirtiéndose en otra célula delictiva más.

¿Qué pasaría, si en vez de derribar la cima, comenzamos por la base, la estructura primaria? Por qué no enfocarnos en limpiar ese espacio. Tarea sencilla no es, pero podemos buscar alternativas viables qué reduzcan la posibilidad de la deserción hacia el lado delincuencial.

 

 

Imaginemos por un momento que esos sectores pueden ser de alguna manera autosustentables y con ello reducir la marginación. ¿No sería genial contar con espacios o centros comunitarios en los que la misma población de esos sectores generara parte de sus propios insumos o tal vez los generara y poder venderlos para que ese dinero se aplicara directamente a la mejora del entorno urbano y social?

Cómo sería tener un espacio destinado en el que todos, desde el más pequeño hasta el más grande en cuestión de edad logre aportar y sienta ese lugar como suyo, que tiene que cuidarlo y le tome amor por ser parte de su esfuerzo el que lo mantenga vigente.

Este espacio contaría con área tipo huerto para sembrar hortaliza, legumbres, verdura y frutos; además de ello se contaría con espacios destinados para mejora continua de profesiones y negocios locales mediante asesorías, cursos y capacitaciones. Lugares en los que los jóvenes talentos y artistas puedan recibir cursos y poder hacer exposiciones de sus propias obras de arte y mediante evaluación de profesionales tener la oportunidad de crecer en el nicho de cada uno y aspirar a mejor educación por medio de becas culturales. Espacios deportivos en los que no solo jueguen si no que puedan tenerse entrenamientos de diversos deportes y con ello desarrollar esos posibles talentos que pueden llegar a profesionales o a conseguir becas deportivas.

Gran parte del sector dónde ubicáramos cada uno de estos Núcleos de Desarrollo tendría participación: desde ser voluntarios, crecer en sus talentos y capacitaciones, hasta algunos con puestos de trabajo pagados. Se fomentaría el convivio, el orgullo por tener un espacio de cada uno de ellos y que cuidarán al permitirles tener una mejor forma de vida y mejores posibilidades. Los jóvenes contarían con mayores posibilidades de salir adelante y abriríamos su panorama de opciones, reduciendo en gran medida el porcentaje que pudiera inclinarse hacia formar parte de un grupo delictivo.

Son muchos los problemas y retos que tenemos en nuestra nación, pero buscando solucionar primero los más importantes y que más abaten a la población, invitándola a formar parte de ello, haciéndolos sentir como una comunidad y que cada uno es un eslabón indispensable, lograremos sanear de a poco el deterioro social, revitalizando los valores de cada sector y demostrando que somos más los buenos en busca de una mejora en la calidad de vida de forma positiva y honesta.

 

 

Por: Arq. Mario Fernando Gutiérrez Carrasco, mfgutierrez@ferrez.com.mx

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