En 2015 volvió a suceder algo parecido, pero esta vez tuvo éxito lo que años atrás había fracasado. En París se aprobó un acuerdo climático con objetivos individualizados para cada país, compromisos presupuestarios y mucho optimismo. Pero el texto no llegó a ser elaborado en detalle y, precisamente por ese motivo, 2020 será un año decisivo para la reducción de los gases de efecto invernadero.